Partimos de una definición de la ingeniería como: la aplicación de la ciencia en la conversión óptima de los recursos disponibles en forma sustentable, para beneficio de la humanidad. En consecuencia, reconocemos a la ingeniería como un instrumento poderoso de transformación de la realidad que nos rodea, cuyo fin es mejorar la calidad de vida. Ante una realidad permanentemente cambiante y manteniendo al ser humano como centro de la misma, es indudable la gran responsabilidad que poseemos quienes ejercemos esta profesión.
Para ello es necesario, durante el desarrollo de la profesión, incorporar y desarrollar nuevos conocimientos, adquirir nuevas competencias y poseer juicio e imaginación para concebir soluciones originales a problemas concretos que son cada vez más complejos. Se requiere además optimizar la utilización de recursos y contemplar el buen desempeño de dichas soluciones, tomando decisiones que busquen mejorar y no comprometer la calidad de vida de futuras generaciones.
Las personas son el centro de nuestra actuación, el trabajo es alrededor de ellas, para ellas y con ellas. A su vez, la sociedad necesita ingenieros que actúen como integradores y como agentes de cambio.
Es por esto que la ANI ha creído pertinente proponer una definición del perfil al cual debe aspirar el profesional en Ingeniería, adecuado a la realidad local, pero consciente de las necesidades a nivel global.
La ANI considera que los ingenieros argentinos deberán procurar una formación continua para lograr desempeñar satisfactoriamente las siguientes competencias y actuar dentro de un marco de valores, que lo complementa.
- Enfrentar problemas técnicos complejos, novedosos y multidisciplinarios con actitud crítica, reflexiva y transdisciplinaria, y resolverlos con pericia, creatividad y actitud innovadora, trabajando en equipo para sopesar adecuadamente el valor de los elementos propios de su disciplina y el de los demás conocimientos involucrados, garantizando de ese modo los objetivos planificados y la innovación en sus resultados.
- Identificar y evaluar las mejores prácticas de la ingeniería a nivel global de manera de poder adaptar las innovaciones a la realidad de nuestro país.
- Autogestionar su formación continua, como un proceso que les permita asimilar los avances en la ciencia, los progresos tecnológicos, y las modificaciones en las interacciones sociales haciendo crecer su idoneidad profesional.
- Reconocer desafíos políticos, económicos, ambientales y sociales del sistema en el que se desempeñarán profesionalmente y evaluar los aspectos relevantes de dichos desafíos, en conjunto con los elementos técnicos de la ingeniería.
- Tomar decisiones desde una perspectiva ética, enfocada al bien común, durante el período en el que llevarán a cabo sus tareas profesionales, propendiendo al desarrollo y al progreso de nuestro país y al bienestar de sus habitantes.
- Considerar en la toma de decisiones presentes el impacto de su legado a las generaciones futuras, aportando desde la ingeniería a la obligación universal de preservación del patrimonio natural y cultural de la humanidad.
- Comunicar con veracidad y transparencia a distintos actores sociales, políticos y económicos las cuestiones de su especialidad y de la ingeniería en su conjunto, haciendo más efectivo el aporte de la profesión a la búsqueda de soluciones consensuadas que, objetivamente, convengan al progreso y el desarrollo de nuestro país, dentro del marco de las leyes y la Constitución Nacional.